En la práctica clínica rutinaria es frecuente el empleo de protocolos de quimioterapia diseñados en parte por la ventaja terapéutica derivada de una interacción farmacodinámica entre dos o más agentes antineoplásicos. Como ejemplos se pueden citar la reducción en la gravedad de la trombocitopenia al utilizar conjuntamente paclitaxel y carboplatino o la citotoxicidad sinérgica entre cisplatino y gemcitabina.
Mediante la asociación de leucovorin al 5-fluouracilo se ha conseguido incrementar las respuestas favorables en pacientes con cáncer de colon. Las elevadas concentraciones de folatos reducidos que se consiguen mediante la administración de leucovorin aumentan la estabilidad del complejo creado entre la enzima timidilato sintetasa y el anabolito 5-fluoro-2’deoxiuridina monofosfato con lo que se reduce la acción de la enzima.
Por otro lado, el mayor entendimiento de los mecanismos patogenéticos y oncogénicos implicados en algunos tipos de cáncer ha permitido el desarrollo de nuevas estrategias efectivas para el tratamiento de esta enfermedad. El uso de fármacos para corregir defectos genéticos específicos responsables del comportamiento biológico de las células cancerígenas ha sido ya aplicado con éxito en la práctica clínica. Estos fármacos incluyen agentes que interfieren con la proliferación y señalización celular, angiogénesis y neovascularización e integridad del DNA. La filosofía fundamental de estas nuevas terapias es neutralizar las proteínas que son sobre-expresadas en los tumores interfiriendo de este modo con los procesos de señalización, y promoviendo y potenciando la regresión del cáncer, es decir, aumentando la sensibilidad a la quimioterapia principalmente. La utilización de esquemas que utilizan estos fármacos junto con los agentes citotóxicos convencionales es una estrategia a considerar para aumentar la efectividad y seguridad de los tratamientos en el paciente con cáncer. No obstante, muchos de estos fármacos están todavía en fases tempranas de investigación clínica tanto en monoterapia como en terapia combinada. Asimismo, se requiere un diseño apropiado de los ensayos clínicos para establecer no solo las dosis e intervalos óptimos, sino también la secuencia adecuada de administración de estos fármacos cuando se asocian a terapias convencionales2.
Uno de los ejemplos más convincente del beneficio terapéutico de estas combinaciones es la asociación de cetuximab (anticuerpo monoclonal inhibidor del factor de crecimiento epidérmico ó EGFR) con irinotecan, en pacientes con cáncer colorectal avanzado refractario al tratamiento con irinotecan, aunque también se han obtenido buenos resultados con cetuximab y cisplatino en pacientes con cáncer de cabeza y cuello refractario al cisplatino . Otro ejemplo de esta terapia combinada es la adición de bevacizumab (anticuerpo monoclonal inhibidor del factor de crecimiento endotelial vascular VEGF, antiangiogénico) a paclitaxel y carboplatino que ha demostrado un aumento de la superviviencia en pacientes con cáncer de pulmón no microcítico. Otros estudios de investigación incluyen terapias combinadas con sunitinib, sorafenib y bortezomib, entre otros. La perspectiva actual de la combinación de los inhibidores de la tirosin kinasa, gefitinib y erlotinib, con radioterapia y quimioterapia, también resulta prometedora.