La magnitud de la respuesta farmacológica, sea terapéutica o tóxica, se relaciona con la concentración del fármaco en los lugares donde actúa. Pero, como no es posible conocer este valor, en su lugar se recurre a la medición de sus concentraciones plasmáticas, ya que, en numerosas ocasiones, éstas se relacionan con la concentración del fármaco en los lugares de acción y el tiempo de permanencia.
Idea clave
La efectividad y seguridad de muchos de los medicamentos objeto de la interacción puede establecerse por los valores de las concentraciones plasmáticas. Existen valores que delimitan la zona en que el fármaco actúa con cierta eficacia y seguridad.
La concentración mínima eficaz (CME) es aquella por encima de la cual suele observarse efecto terapéutico. La concentración mínima tóxica (CMT) es aquella por encima de la cual suelen observarse efectos tóxicos. La distancia entre CMT y CME nos da el íntervalo terapéutico de un medicamento. La monitorización de las concentraciones plasmáticas permite, además, establecer la frecuencia con que debe administrarse un fármaco.
Idea clave
Si un medicamento tiene un intervalo terapéutico estrecho, pequeñas variaciones de sus concentraciones plasmáticas pueden causar fallo terapéutico o toxicidad. Si el intervalo es mayor el riesgo es menor.
Idea clave
La monitorización terapéutica permite prever, detectar y, en ocasiones, evitar interacciones farmacológicas.